Hace 30 años que Pedro Guerra comenzó a cantar en Güimar, su
pueblo natal en Santa Cruz de Tenerife. Diez años después, corría 1993, llegó a
Madrid. Bajó del avión con su guitarra y una maleta llena de canciones. La ciudad estaba viva y muy pronto corrió el
rumor de que un canario de 27 años causaba grandes revuelos en pequeños
escenarios. Todo el que se acercaba por locales como Libertad 8 podía asistir a
una comunión desconocida entre artista y público. Leer nota
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