A Fabiana Cantilo le cuesta quedarse quieta. Antes de sentarse definitivamente frente al grabador, saca algunas cosas de la mesa ratona que monopoliza el pequeño living en su casa de Acassuso, revisa su vestuario, sugiere métodos para sacar, “sin matarlo”, el pájaro que hace un rato se metió en el baño y chequea el paradero de sus gatos.
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