Abocados al Pacífico todo es gris en esta tarde de exilio laboral. España descarrila y la verdad dolorosa cubierta por una manta junto al raíl nos recuerda nuestra fragilidad. Chove en Santiago, meu doce amor.
Alivia cantar, saberte a mi lado y no sé si bastarán mis rezos agnósticos a una Yemayá sepia para acercar al futuro algo del vuelo de las gaviotas que sobrevuelan Puerto Montt. Todo es frágil, nuestra costumbre de amar, la vida que duerme en un vagón de tren. Quizá no seamos héroes pero aún seguimos vivos. Y no es poco. No lo es. Crónica aquí.
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