Cae de madrugada una tormenta,
un collar de perlas se rompe sobre el tejado,
luego el estruendo que agradece la hierba.
Parece no pasar nada y las piscinas pierden agua,
se deshacen con crujidos los corazones y los hielos,
tinto de verano y los presidiarios juegan al mus
con banqueros, contables y esquiadores.
Completo aquí.
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