Si de haber recorrido caminos se trata, Andrés Calamaro la sabe larga. A lo largo del tiempo, Andrés, el Salmón, el de Los Abuelos, el Rodríguez, el taurómaco, los anduvo si no todos, muchos.
De a uno o de a varios a la vez, transitó -o al menos cruzó- los de las mieles del éxito y los de la Camboya propia más profunda; los de la crucifixión mediática y los de la incontinencia tuitera; los del amor a puertas abiertas y los del desamor en carne viva; los de la lengua popular y los del ostracismo radical. Leer nota
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