El cantautor uruguayo apeló a un repertorio que, aun conocido, siempre reactiva la magia. Y, al frente de una banda impecable, dejó espacio para algunas perlas escondidas de su historia.
La palabra “clásico” puede resultar en una infinidad de connotaciones en el campo musical. Por tomar algunas, clásico podría ser el trillado y cómodo repertorio que puebla el setlist de Aspen, la 100 o Disney. O el combo DJ-fiesta de quince, ágape ejecutivo, o casamiento de vinchas con corbatas. Muy lejos de ahí, el otro lado del péndulo provendría de aplicar la sabia costumbre de volver sobre gemas de Led Zeppelin, Beatles, Pescado Rabioso, Osvaldo Pugliese, Bob Dylan o Eduardo Falú. O tocar, ya en aguas netamente populares, esas canciones que saben muchos. Nota aquí.
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