lunes, 18 de enero de 2016

A 30 años de la muerte de Edmundo Rivero : La voz que te cantaba la justa

Le decían el feo que cantaba lindo. Lo de “feo”, para ciertos cánones de la belleza corporal occidental (pese a sus pelos rubios) puede que pase. Puede. Ahora, en eso de cantar lindo la cosa se pone más porosa. No es tarea sencilla consensuar que Edmundo Rivero “cantaba lindo” como Abel Pintos, Juan Carlos Baglietto o Freddie Mercury, por poner tres casos en random. Edmundo Rivero –y esto es subjetivo, como casi todo en la vida– no cantaba “lindo”. O al menos no como ciertas pautas de tal arte demandan. Más bien, cantaba con el tono, con el registro, con la pasión que sus historias –o las historias que abordaba– lo exigían. Con el grosor, entre bajo, áspero y arrabalero, que le pedían sus milongas lunfardas, sus putas, sus machos violentos, sus caóticos conventillos, sus bares, timbas, borracheras, cafiolos, toallas mojadas, puñaladas y trifulcas. Sus nieblas de riachuelo. Así de real cantaba el feo que no cantaba tan “lindo”, y por eso es casi inevitable plantarle un recuerdo a treinta años exactos de su desaparición física. Leer nota aqui 

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