Cuando los médicos "y los selfies" le echaron de los bares, confiesa Joaquín Sabina en la presentación que hace de su trabajo y a la que ha tenido acceso Efe, el artista se recluyó en casa para dedicar su "rato favorito", después de cenar, "a tratar de escribir canciones".
"A veces salían y a veces no. Cuando no salían me desesperaba y, con unas copitas de más, como todavía no hacía cuadernos ni tenía óleos ni nada, me ponía a pintar: a veces las paredes, a veces las puertas", dice.
Alguna de esas pinturas "ha sobrevivido" y "la mejor" está en la portada del libro que presentará la próxima semana en Madrid.
Su forma de dibujar, explica, es algo "caótico", "sin reglas", "sin seguir ninguna disciplina de ninguna clase: No pretendía absolutamente nada excepto sacarme lo que llevaba dentro".
Al principio dibujaba en el cuaderno que tenía a mano y luego se ha ido "sofisticando un poquito" y se ha ido "regalando" cuadernos con un papel más rugoso para dibujar. Leer nota aqui
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