Un cuarto de siglo más tarde, Miguel Mateos parece atesorar en sus ojos celestes cada instante de aquel lejano agosto de 1985. Sin embargo, sugiere que estaba más preocupado por no caerse del escenario que por disfrutar de ese momento, en el cual el rock argentino terminó instalándose definitivamente en la arena popular. Con la perspectiva de los años, el ex Zas aprendió a valorar lo que consiguió antes de festejar las bodas de plata de su obra cumbre,
Rockas Vivas .
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