Alrededor de 1913 Henri Matisse tenía cuarenta y tantos años y era una estrella internacional.
Había vuelto de Marruecos a París en la primavera de 1913 y empezado a crear pinturas más simples y con más capas que las telas de colores audaces y llenas de sol que lo habían caracterizado. Los años que siguieron fueron una época de enorme cambio para Matisse.
Como la Primera Guerra Mundial empezó a dificultar la vida en París, se dedicó a experimentar con tonos neutros, así como con formas geométricas y composiciones de una osada austeridad. Leer nota
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