Las presentaciones de las llamadas "time-based arts" ciertamente han ampliado su base en los museos más importantes de Nueva York en los últimos meses. En febrero, la rotonda del Guggenheim se transformó en un recorrido muy comprimido por la vida realizado por el siempre austero Tino Seghal y un equipo de voluntarios especialmente entrenados.
A medida que los visitantes subían la rampa, iban pasando gradualmente a guías más viejos y cada vez más erráticos y filosóficos. La espiral vacía se convertía, literalmente, en una espiral mortal. Leer nota
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