Serrat, Ana Belén o Pedro Guerra evocan a Mercedes Sosa en el teatro de la Zarzuela como gran emblema iberoamericano e indígena. Bien lo dijo el poeta Sabina: era "la gran dama que bordó puntos y comas en las prisas del idioma de la gente". Decía bien, porque aquel pasado 4 de octubre, en el sanatorio bonaerense de la Trinidad, a un buen puñado de argentinos no se les murió un ídolo, sino casi una madre. Leer nota
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