Un ave fénix con un pañuelo en su cabecita se asoma entre los brazos que gotean transpirados. En realidad, es un muchacho que, en cuero y con la euforia propia de quien renace luego de un importante letargo, vitorea a La Bomba de Tiempo. El flash no es casual. "Le decimos el Águila. Viene siempre", apunta un allegado a la orquesta de percusión que hace ya cuatro años se presenta en el Konex casi ininterrumpidamente.Porque si la percusión suele relacionarse con los rituales, a juzgar por lo que pasa con las más de 3 mil personas semi desnudas que se mezclan cada lunes se podría tildar de chamán o incluso, con una literalidad extrema, de manosanta a Santiago Vazquez, director. De ahí, tanta espiritualidad: "Yo siento que tengo una misión y que nuestro objetivo tiene que ver con la exploración de lo rítmico en un estado más bien universal". Leer nota
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