Pocos artistas en la historia de un folclore (uno, quizás dos) son capaces de
sostener la esencia más significativa del género, reunir las distintas
peculiaridades y entonaciones que aparecieron en creadores dispersos y con eso
inventar un modo propio, que nunca pierde contacto con la raíz más genuina y al
mismo tiempo establece nuevos estándares para el género, dándole una entidad
universal que no lo separa pero sí lo eleva del ghetto.
Esto es lo que
hizo (y sigue haciendo) Paco de Lucía (presentado en un momento del show como
"el Tiburón de Algeciras, el más grande de todos los tiempos") con el flamenco,
y no es ajena a su aparición la aceptación mundial que tomó esta música y el
revulsivo creativo que la atravesó en los últimos 40 años, Camarón de la Isla
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