En un concurso para ser Dios, Sabina estaría, como mínimo, entre los finalistas. La adoración ciega que le profesan miles de fans (o sabineros) es una de sus bazas. Desde ayer, ya puede presumir de otra cualidad sobrenatural: el don de la bilocación. El Sabina de carne y hueso charlaba con Público desde Rota, donde trabaja, Skype mediante, en un disco con Serrat. El otro Sabina, a esa misma hora pero en una nave de Matadero Madrid, tomaba el cuerpo del actor Juan Pablo di Pace para cantar Tan joven y tan viejo, canción autobiográfica del año 1996: "Así crecí volando / y volé tan deprisa / que hasta mi propia sombra / de vista me perdió". Leer nota
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