García ya cumplió con el Rock, de hecho es Mr. Rock. Hace rock pero ya no necesita de su pose, de su espíritu típico, ni siquiera de los clichés. Todo lo ha dejado atrás, ha superado a Charly y ha entendido que puede disfrutar de ser él. Ya no habla con la fluidez de antes, pero conversa con el público mediante su música que se conserva intacta.
Líneas paralelas, artificio imposible es el show donde se le ríe a aquellos que le decían; no se puede hacer rock con violines. Le tapa la boca a los especuladores de siempre y les inunda los oídos con su música. En la primera parte, hasta el intervalo, las canciones sufren el fade cansino de su voz dejando las letras presas entre sus dientes. Pero de a poco se suelta, está contentó, el escenario le gusta y termina más cómodo que en el propio templo lírico que fue el Teatro Colón.
El segundo bloque de canciones tiene mayor contundencia, no sólo por la selección de temas sino también por la intervención que García logra desde lo instrumental y lo vocal. Ahora su música se libera por sus labios y el bigote bicolor resucita como símbolo que sin estorbar hace de cintillo para su creación. Leer nota
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