El impacto de Cien años de soledad sobre los lectores argentinos ha sido contundente y prolongado; el de la obra de García Márquez sobre nuestra literatura fue débil y breve.
Dos rasgos de la literatura argentina sirvieron de muralla frente al realismo mágico. El primero: nuestra literatura siempre fue urbana. Los ejemplos de narraciones ambientadas fuera de las grandes ciudades son excepciones y desvíos. El segundo es el dominio que la literatura fantástica ha ejercido sobre nuestra tradición literaria. En el realismo mágico los prodigios se suceden y nadie se sorprende. Lo sobrenatural no es único, sino plural. Leer nota
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