domingo, 27 de junio de 2010

Carlos Gardel o la educación sentimental

Gardel me irrita. Si con esta frase se reconoce la intención de un comienzo terrorista, apuro la confesión: soy una conversa. Si pegada a la FM Tango, como suelo estar, bajo el volumen, ante los programas de rigor que se hacen en su nombre, es porque lo amé pero me le di vuelta. A los 14 años, durante una crisis que entonces se llamaba con cierta poesía surmenage, dejé el colegio para pasármela en la cama, sucia y en silencio (las razones no vienen al caso). La única y angustiosa interrupción era el desfiladero terapéutico que una madre moderna consideró necesario, no tanto para curarme como para ponerme de nuevo en la gatera de los normales. Leer nota

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