Dicen que la voz ya no le llega, que la tiene «partía», que carraspea, que tanta farra a sus 61 años se ha cobrado su factura y que su garganta, en otro tiempo viril y vibrante, ya no está para muchos trotes y que por eso Joaquín Sabina, el mítico Sabina, ya no dará más conciertos multitudinarios. Será la voz, porque la pluma, la entraña y el ritmo, los mimbres con los que siempre hizo su música siguen, parece, de plena vigencia.
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