Uno debiera estar siempre borracho,
es la gran cosa, la razón única:
no sentir el horrible peso del tiempo
doblándote los hombros hasta el suelo.
Mejor estar borracho a todo dar,
con vino, la poesía o con virtud.
Si alguna vez te pasa que estás despierto
sobre las escalinatas de un palacio
o tendido sobre la yerba verde de una cuneta,
pues pregúntale al viento y a la ola;
pregunta a la estrella, al pájaro, al reloj;
pregunta a todo lo que vuela,
todo lo que fluye:
¿cuál es la hora?
Todos contestarán: Llegó la hora
de estarse siempre, siempre borracho;
no ser esclavo martirizado del tiempo.
Ay, el horrible peso del tiempo,
mejor estarse siempre borracho
con la virtud, la poesía,
u la la, con el vino,
como más quieras,
como más gustes.
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