Hay que comenzar por lo primero. Y si en el rock lo primero son Los Beatles, en esta edición 19ª del Lollapalooza (la décima que se hace en Chicago de este festival, que en la segunda quincena de marzo llegará por tercera vez a Buenos Aires), hay que comenzar por Paul McCartney, que a sus 73 años demostró que está en condiciones de rockear a la par de cualquier jovencito, pero con la experiencia y el repertorio de su lado.
Sir Paul fue el número del cierre del viernes, primera jornada del festival que en sus tres días reunió a cerca de 150 artistas en sus ocho escenarios, enclavados en el Grant Park de Chicago, una suerte de Rosedal porteño ubicado en plena city financiera. Esa es una de las primeras imágenes que resaltan de esta “experiencia Lollapalooza”, los enormes rascacielos que rodean al encuentro le dan un carácter urbano muy especial. Un oasis en plena ciudad, pensado para recibir a 140.000 personas por día y en el que, además de la música, hay gastronomía de alto nivel, espacios para relax, para niños, disquería de cds y vinilos e información sobre las últimas tecnologías. Leer nota
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