Tendría que hacerle una canción a La Habana. A estas horas y después de siete días absorbiendo el aroma de la añeja urbe antillana, su nocturnidad musical, las olas que regresan a su bahía y la fraternidad de su gente, Jorge Drexler saldaría una deuda poética, casi literaria, con la ciudad que anhelaba conquistar.
El cantautor uruguayo, ya seguro devuelto a su rutina artística en Madrid, podría así llenar ese vacío que predijo sentiría al llegar y abrazar a los suyos, tras una estancia en Cuba. Y la confesión la hizo justamente a un grupo de periodistas tras su concierto sabatino en el Teatro Nacional.
Al otro lado del Atlántico, el autor de “Mi guitarra y vos” evocaría toda la emoción de un largo performance en el Nacional, cuando no quiso dejar a sus seguidores isleños solo atisbos de Bailar en la cueva, el último de sus discos, y salió al escenario primero a escuchar el mapa del repertorio que el auditorio quería escuchar esa noche. Leer nota aqui
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