Los cafés, dice el intelectual, tienen una función social más importante que en el pasado porque ahí la gente se vincula y se puede mezclar con otros que son diferentes.
“Sentados en la mesita de un café se oscila entre la nostalgia y la expectativa de una sorpresa.” Desde siempre Marc Augé ama frecuentar los célebres locales parisinos, de los que aprecia la atmosfera confortable, las conversaciones improvisadas, el tranquilo transcurrir del tiempo, como también la disposición espacial que, sin excluir a nadie, favorece la comunicación con los otros. A estos lugares típicos de la ville lumière cargados de historia y reminiscencias literarias, el célebre antropólogo de la modernidad dedica ahora un pequeño e interesante ensayo en el cual se alternan los recuerdos personales y las reflexiones agudas: Elogio del café de París. Nota aquí.
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