El cantautor británico que el sábado llenó el Luna Park tiene algo de cada una de las personas que eligió ser en diferentes etapas de sus 65 años. Un poco del look musulmán, que adoptó cuando se convirtió al Islam en 1977, ya sin turbantes, pero con su peinado canoso hacia abajo y barba en punta. Un aire hippie, con zapatillas, y camisa de jean; prendas que solía lucir durante los diez años que fue Cat Stevens y vendió millones de discos. Y la serenidad y actitud anti-ego y anti-superstar del que decidió dedicar su vida a causas humanitarias y está de vuelta de los diversos caminos recorridos.
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