El sol entra por la ventana reflejando su dentadura perfecta. Ligia Piro -nombre y apellido- dice saber cuál era su destino desde que escuchó cierta canción de Billie Holiday. Ahora hay que imaginarse una nena de ocho años que vivía en una casa de artistas, la misma que recuerda haber estado a upa de varios pares de brazos famosos y que a la pregunta de si lo suyo fue herencia o vocación, dice, dos puntos, “vocación”. Leer nota
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