Máscaras, disfraces, strippers, lanzallamas, desfiles del amor, carnavales de protesta: hace diez años nacía un movimiento para el que nadie parecía estar preparado. El 30 de noviembre de 1999, la cumbre de la Organización Mundial del Comercio fue sorprendida en Seattle por miles de manifestantes que paralizaron el puerto, cantaron y bailaron y cortaron con un círculo de brazos encadenados el acceso al Centro de Convenciones. De los tres mil delegados, sólo quinientos pudieron abrirse paso y la ceremonia inaugural de la OMC tuvo que ser cancelada. Leer nota
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