martes, 8 de diciembre de 2009
El tradicional arte del filete resiste, viajando en colectivo
Los últimos filetadores de colectivos atravesaron todos los matices del reconocimiento público. En un trayecto zigzagueante, saltaron de sus dos décadas de gloria (entre los años 60 y 80) a padecer el rótulo de "arte menor". El fileteado quedaba relegado a obras de caballete, confinado a pequeños talleres privados y salas de arte escasos de promoción.Sin embargo, sus pioneros -seguidos por perseverantes discípulos- resistieron la caída pincel y paleta en mano. Improvisaron sus ateliers en la casa familiar o en rincones de los talleres de carrocerías, en los márgenes de la ciudad de Buenos Aires y en el conurbano. Leer nota
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