Ya nadie recuerda dónde nació Ray. Tras haber sido sucesivamente carbonero, varias veces millonario y presidente de un emporio de goma de mascar, decidió aceptar la invitación de los Dadaístas para mostrar sus últimas pinturas en París". Esta biografía ficticia, escrita por el cabecilla del Dadaísmo, Tristan Tzara, en ocasión de la primera muestra de Man Ray en París, es un chiste sólo a medias. Leer nota
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