A esta altura, cuando de muchos artistas llamados clásicos
parece haber sido dicho bastante más que lo que queda por decir, cada vez que
Roger Waters sale a escena, la pregunta que surge es cuántas crónicas puede
inspirar uno de sus conciertos. Sobre todo, si se trata de verlo y escucharlo
en su casa, a unas pocas cuadras de donde hace 53 años Pink Floyd daba sus
primeros pasos. Y la respuesta que flotaba en el aire el viernes, cerca de la
medianoche, mientras las casi 65 mil personas que unos minutos antes lo habían
ovacionado una y otra vez en el cierre de la primera jornada del quinto British
Summer Time iban abandonando el predio que ocupa el festival en el extremo Este
del Hyde Park, es “muchas”. Leer completo aqui
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