Por las pantallas del fondo pasaban dibujos hechos por él mismo: "garabatos", así los definió alguna vez, esbozados entre un concierto y otro cuando le prohibían hablar para no arruinarse la voz. Alrededor, un viento suave de primavera y unas 50.000 personas de pie que se acercaron hasta el playón de la estación de trenes de Tigre. Y sobre el escenario, Joaquín Sabina, que tocó gratis y le puso magia al fin de semana largo.
Esta vez, el flaco andaluz dejó a Serrat en España y encaró con su banda, a sus 63 años, una gira sudamericana llamada "500 noches para una crisis", un juego de encastre en el que tocó íntegramente temas del disco "19 días y 500 noches" y algunos hits clásicos, para la tribuna.Nota aquí.
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