En noventa minutos de alta intensidad, la argentina radicada en México protagonizó un delicioso intercambio con un público fiel.
Al llegar a sus butacas, cada espectador encontró dos hojas del gran diario argentino. No hubo tiempo para especulaciones. Apenas arribada al escenario, Liliana Felipe empezó a dar instrucciones de dobleces mientras daba el ejemplo con los gestos ampulosos de una azafata antes del despegue. ¿Un barquito? ¿Un avioncito? ¿La grosería que primero se piensa? Nada de eso: las indicaciones llevaron a cortes cada vez más importantes hasta transformar las noticias en decenas de papelitos que arrojó al grito de “¡Viva la ley de medios, carajo!”. Nota completa aquí.
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