El verano llegaba en cuentagotas en la Londres del ’68, y el
convulsionado clima de rebelión que acompañaba al Mayo Francés alimentaba en
los Olimpic Studios, en Hammersmith, los últimos días de grabación de lo que
sería el próximo álbum de The Rolling Stones; nada más ni nada menos que el
sucesor de Their Satanic Majesties Request, álbum al que Keith Richards
describió hace no tanto como “un montón de mierda”.
Del otro lado del Támesis, a unos 30 minutos de auto, cuatro
días antes The Beatles había entrado a grabar su White Album. Nada menos que el
sucesor de Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, al que el eterno guitarrista
stone describió como otro montón de basura, aunque no tan bueno como el de
ellos. Leer aqui
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