No hay detalles deslumbrantes que destacar aquí. Un gato blanquinegro que recorre el escenario de izquierda a derecha, un piano que yace sin usar y, enfocado por una tenue luz roja, un hombre de gafas gruesas –gorrita con visera– vestido como si estuviese tomando mate en la terraza: Alejandro del Prado. Está, él, prácticamente soldado a su guitarra acústica. La puesta es austera, él es austero, los músicos que lo secundan (Hernán Bruno, batería; Luciano Battagliese, bajo, y su hija Malena en coros) son austeros. Hasta el público que copa la sala del Club Atlético Fernández Fierro se amolda bien a la propuesta: el inventor de los Locos de Buenos Aires, que de querer ser jugador de fútbol terminó guitarrista de Zitarrosa, está presentando su disco regreso: Yo vengo de otro siglo. Leer nota
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