miércoles, 29 de julio de 2009

La sociedad de los poetas muertos

La amistad de estos amigos se forjó, como tantas otras, entre rondas de café y cerveza. Ahí, entre la bohemia que frecuentaba el Aue´s Keller, en Bartolomé Mitre entre Florida y Maipú, en el mismo antro que frecuentaba Rubén Darío, o también, en el mítico Sibarita; Leopoldo Lugones, Horacio Quiroga, Ezequiel Martínez Estrada, Samuel Glusberg y Luis Franco se fueron haciendo amigos, hablando de política, literatura y mujeres. Sin embargo, los encuentros y la coincidencia de algunos en la Biblioteca Nacional de Maestros duró poco, casi nada. El lazo entre esta "comunidad de pensamiento", se fue soldando en correspondencias que permiten vislumbrar un grupo de pertenencia autónomo independiente y tan potente como el de Florida y Boedo. Pero Cartas de una hermandad (Emecé), esa recopilación titánica de correspondencia firmada entre París, Catamarca, San Ignacio, Buenos Aires y Santiago de Chile, entre otras procedencias. Leer nota

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