Mi generación eligió a Luis Spinetta como su Gardel personal hace ya mucho tiempo. Sus versos, su canto, su carisma, su estampa, su guitarra, sus canciones, sus obras, están grabadas en nuestras almas, que él ayudó a abrir (si es que el alma existe). A su original manera, nos abrió el coco y llenó nuestros días de placer lírico, de profundidad; acompañó nuestro tiempo como el más cercano de los hermanos mayores; su legado es inabarcable, es el soul porteño, es nuestro Stevie Wonder, y ocupó el lugar que tiene el tango entre los tangueros (esas generaciones que crecieron entre el tango y su época). Leer nota
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