Cuentan los que acompañaron a Víctor Jara en sus últimas horas de vida en el estadio Chile, uno de los símbolos más siniestros de la dictadura de Augusto Pinochet, que los torturadores no lograron borrarle del todo la sonrisa al trovador del Gobierno de Salvador Allende ni cuando lo golpearon brutal y repetidamente, antes de acribillarlo a balazos. En su cuerpo se hallaron más de 40 disparos.
Pero el tiro que acabó con su vida fue el que recibió en la nuca, casi a quemarropa, después de que sus torturadores se divirtieran jugando con él a una mortal ruleta rusa. Fue el 16 de septiembre de 1973, cinco días después del golpe de Estado contra Allende y de la posterior detención de Jara junto con cientos de compañeros en la Universidad Técnica del Estado (UTE). El estadio Chile, hoy estadio Víctor Jara, sería todavía testigo mudo de muchos más horrores en los comienzos de la larga dictadura de Pinochet (1973-1990). Nota aquí.
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