lunes, 5 de diciembre de 2016
Leon Gieco : Espina de la vida y de la historia
Es un trovador a la vieja usanza, de aquellos que iban de aldea en aldea robando melodías y narrando historias populares. Un fino cronista provisto de guitarra y armónica, un incansable cuentacuentos, un cantante de protesta sensible y hondo. Muchas de sus canciones son fotogramas musicalizados de una infancia rural de siembra, cosecha y leche recién ordeñada, tiernas escenas algo tristes, de carros tirados por bueyes mansos, luz de atardecer y poco pan. Sus personajes son la gente común y corriente, campesinos pobres, prostitutas con aliento a trigal, boxeadores noqueados, bandidos rurales, mujeres de “manos duras como la tierra del corral” que traen miel del campo a la ciudad…, los débiles, los perdedores, los “nadie”. Directo y sin eufemismos, lleva además casi medio siglo dando testimonio de las luchas de su pueblo, peregrinando de Ushuaia a La Quiaca fue encontrando belleza en lo sencillo, denunciando la injusticia sin amaneramientos –“sobre lo cobarde toda la verdad”–, rescatando la emoción y la esperanza “con sólo ver una flor brotando entre las ruinas”. Dando sus “mensajes del alma, herida, pero bien clara” se transformó en un artista ineludible, creador de decenas de discos y de “Sólo le pido a Dios”, esa suerte de himno por la paz que ha sido traducida a todos los idiomas. Leer completo aqui
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