Sting se sienta en una banqueta en una sala de ensayo en Sunset Boulevard en Los Angeles. Sostiene su bajo contra el pecho y espera que el baterista Vinnie Colaiuta cuente cuatro para empezar "50,000", una elegía rockera para Bowie, Prince, Lemmy y otros que hemos perdido recientemente. Es un tema de 57th & 9th, su primer disco de rock en 13 años. Sus bíceps se abultan debajo de una remera gris. (Esos músculos hicieron que mujeres de mediana edad suspiraran durante un show la noche anterior.) Unos sonidos impíos y amortiguados se filtran a través de las paredes. Son los Kiss, payaseando en la sala de al lado. "¿Conocés a Gene Simmons?", me preguntó Sting más tarde. "Un tipo interesante."
Colaiuta cuenta hasta cuatro y un equipo de filmación australiano que está grabando el ensayo se acerca para un primer plano. Sting detiene al grupo por un momento. Pone sus dedos en un lugar no tan secreto. Leer aqui
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