Con motivo del estreno del documental de Lisandro Carcavallo, se hizo una avant premiere en el lugar donde funcionaba el boliche de Omar Chabán y Katja Alemann, repleta de actores, periodistas y músicos del under. Una noche para la nostalgia.
Hay un poema del gran Tom Lupo, de solo tres palabras, que dice: “Semen / Cemento / Cementerio”. Podríamos tomarlo como el nacimiento, la vida y la muerte. O la construcción del boliche, su apogeo y su clausura. Son las 22:39 del miércoles y la cola en la puerta de Estados Unidos 1234 dobla la esquina y llega hasta Salta, como en las viejas épocas de A.N.I.M.A.L., Attaque 77, Fun People, Viejas Locas o [inserte aquí su banda preferida de la adolescencia]. Hay gente mangueando entrada y, otra, vendiendo cerveza, remeras y pines. La cuadra se vuelve a llenar de gente despierta por un rato (somos todos cenicientas, a la medianoche se termina el hechizo) y los vecinos del barrio levantan el ceño y miran la escena con preocupación. Hay un vallado y patovicas con handys –inédito eso– que parecen sacados de una fiesta de casamiento VIP, pero adentro reina toda una fauna rockera sentada en sillas, charlando, dando notas a los medios. Es todo un “flasherío”, como le gusta decir a Fernando Noy sobre la lluviosa inauguración del boliche en 1985. “Me siento como un exalumno que vuelve a su colegio”, suelta Walas, emocionado, frente a las cámaras de televisión. También hay músicos de Los Brujos, Cadena Perpetua, Miranda! y Kapanga. Es un reencuentro lindo y triste a la vez, como un cumpleaños organizado en un cementerio. Hay algo también del final de la película El Gran Pez. Leer completo aqui
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