Todas las noches, un spinetteano tiene el mismo sueño: con una linterna en la mano, rompe el candado y abre la puerta de la bóveda. El aire, enrarecido por la humedad y el tiempo inerte, llena su cabeza de alucinaciones. En el suelo, dispersas al tuntún, se apilan algunas cajas pintadas de moho. Con la mano libre, levanta las solapas: son rollos de cinta, rubricados con unas palabras escritas en bolígrafo. Dicen Almendra, Tórax, Pescado Rabioso. Dicen Invisible, Banda Spinetta, Jade. Dicen una palabra clave: inédito. Ahí se interrumpe el sueño y siempre se despierta sudoroso y con la misma pregunta: ¿quién escribirá la historia de lo que pudo haber sido?
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