Alejandro Del Prado, como ningún otro cantautor, logró generar una canción porteña de rasgos únicos y originales, combinando elementos del rock y la murga. Es un artista que desde fines de los años ‘70 y luego en los ‘80 se instaló muy profundamente en los corazones de muchos, rescatando como nadie, y modestamente, la fuerza de la canción popular como vínculo de comunicación con la gente.
Su legado se transmitió de hermanos mayores a hermanos menores, a través de las radios que pasan aquellos clásicos inoxidables: “Los locos de Buenos Aires”, “La Murguita de Villa Real”, “Tanguito del Almendra”. Guitarrista de Alfredo Zitarrosa, albañil, capataz, el tiempo ha transformado a Alejandro del Prado en pionero indiscutido y por partida doble: en haber traído la murga-canción a estas orillas y, sobre todo, en haber sido un adelantado al crear esa enérgica mixtura de rock y murga, tango y milonga trabajada en su estilo único, del que luego se nutrieron bandas como Bersuit Vergarabat y Los Piojos. Leer nota
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