“Al palo che, vamos…” fue el latiguillo inicial de Piti Fernández, frontman de Las Pastillas del Abuelo, en uno de los dos shows emotivos que brindaron el 12 y el 13 de junio en Rosario. En materia números, el vocalista de una de las bandas más creativas (a veces demasiado) contemporáneas, volvió a lucir, orgulloso, la remera con el 20 en la espalda. Una casaca, que tal vez, por escasez de vestuario, o por cábala, representa “la fiesta” en la numerología del escolazo, y también en lo que genera este grupo de actual crecimiento. Las Pastillas representan eso. Mezclan letras introspectivas con filosofía no tan barata. Los pibes, en su mayoría adolescentes, tal vez lejos de Niezcthe o Prozac, se complementan en cada canción y forman un todo interesante y digno de apreciar. Leer nota
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