martes, 14 de julio de 2009

Insultar anestesia el dolor

Los dedos índice y pulgar sostienen el clavo perpendicular a la pared. La otra mano se prepara para dar el golpe con el martillo. Los cálculos fallan, el clavo se tuerce, el golpe se desvía y descarga toda su fuerza sobre el indefenso dedo pulgar. El martillo y el clavo caen al piso. Un grito de dolor sale en forma de puteada, mientras la mano sana va en defensa de la que acaba de ser golpeada. Quienes experimentan una situación similar bastante seguido quizás encuentren un "alivio" en una nueva investigación de la Universidad de Keele, en el Reino Unido. Leer nota


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