En el centenario del nacimiento de Juan Carlos Onetti, y a quince años de su muerte, su obra logra esquivar definitivamente la sombra que supo proyectar ese árbol muy grande, de raíces al descubierto, que fue el boom de la literatura latinoamericana. Hasta que fue “descubierto”, cuando pegó el salto gracias al Premio Cervantes que recibió en 1980, sus libros emprendían un breve vuelo, apenas un aleteo instintivo que no lograba remontar más allá del Río de la Plata. Su estética estaba a años luz del patrón del barroquismo dictado por Alejo Carpentier, al parecer bolilla obligatoria para ser admitido en el club. Sus personajes, además, estaban amasados a espaldas de la épica latinoamericana del compromiso político y social. Leer nota
No hay comentarios:
Publicar un comentario