Temeroso y con los nervios de punta, Joan Manuel Serrat fue a buscar a Josefina Manresa, la viuda de Miguel Hernández. Quería enseñarle las canciones que había compuesto con los poemas de su esposo, mostrarle cómo sonaban muchas de las palabras que Hernández le dedicó a ella, en un disco. Josefina lo recibió entusiasmada, “era una mujer muy humilde, pero no por ello menos sensible”, recuerda Serrat, “fue extraordinariamente cariñosa conmigo”.
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