“Somos entre siete y catorce”, dice el flautista Andrés Reboratti, como si nada. Como si fuese normal tener una cantidad imprecisa de integrantes. La frase rompe con los esquemas del cronista. Así como rompe con los parámetros de los géneros tradicionales la música del grupo al que se refiere. Porque La Familia Ingle parece responder sólo a los impulsos creativos de sus miembros, gente de variadas extracciones.
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