¿Cuántos años se necesitan para ser un clásico en el mundo de nuestro blues y rock? ¿Sólo se trata de una cuestión de tiempo? ¿O será que, además, es necesario grabar en la memoria colectiva un sabor sonoro, un color, una seña que madure y perdure? ¿O tal vez sea requisito haber obtenido una sentencia favorable en los tribunales de la “crítica especializada” que corresponda?
En todo caso, hace rato ya que, más allá de tales formalidades, La Mississippi aprobó, con nota de sobra, los exámenes necesarios para exhibir y ostentar tal condición. Alcanza con echar una mirada al archivo de la banda, y listo. Ahí están los iniciáticos Mbugi (1993) y Bagayo (1995), como carta de presentación -con guiño al tango incluido-; Classic (1996), en plan de tributo a sus raíces; y una decena más de discos -dos de ellos registrados en vivo- en los que el blues y el rock conviven amalgamados por un sonido propio inconfundible. Incluso en el fantástico Inoxidables, en el que le pusieron su sello a 13 imprescindibles de nuestro rock local. Leer aqui
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