La Teturcomio vive en una casa angular de madera justo en la ochava que reparte las calles Lavalle y cortada Zavalla. Su nombre un prodigio gramatical, mezcla de tetas, Tutankamón y manicomio que le ha puesto Carlos. En esa casa se escucha a los Wawancó y por sobre ellos los gritos destemplados del marido, mientras ella canta y vuelve a cantar. Hay ruidos de muebles rotos y llantos de criatura, pero la Sra. Teturcomio canta y canta sobre todo aquello. Ella es alta, bastante fea, de labios rojos y con unas soberbias tetas que adelantaban su figura como un mascarón de proa. Tiene una hijita rubia, primorosa y un marido colorado con aires de golpeador que no se da con nadie. Leer crónica
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