El concierto del martes de U2 en Barcelona parecía una película de ciencia ficción: unas 90 mil personas esperaban a que salieran los “extraterrestres” de la inmensa nave espacial que había aterrizado días antes en el Camp Nou. “Three. Two. One. Go.” Se apagaron las luces y entre gritos, luces y flashes aparecieron, uno por uno, los integrantes de esa enorme estructura metálica de más de 50 metros de altura, de cuyo techo colgaba una pantalla de 360 grados y con unas patas que llegaban hasta la mitad del campo de juego. Hasta que apareció el capitán de la nave, vestido de negro y con unos inconfundibles anteojos semitransparentes, y empezó a lanzar el primero de los mensajes de la noche: “Breathe” (Respiren). Leer nota
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