Juan José Campanella lo hizo otra vez: su última película, El secreto de sus ojos, llevó 300 mil personas al cine en dos semanas. Dueño de un cine muy popular, exitoso y en general bien tratado por los periodistas, el director sin embargo se muestra vulnerable con las malas críticas: "A nadie le gusta que hablen mal de uno en público." José Luis Campanella espera sentando en una oficina; es su isla de edición. Está recostado sobre su sofá. En la mesa ratona conviven una PC y un violín. El anacronismo los ofrece tibios, listos para ser usados apenas el cineasta se quede solo nuevamente. Campanella se muestra efusivo y verborrágico en cada respuesta, pero no es que esté enojado; habla así, es su forma. A veces se corta a sí mismo abruptamente y hace silencio. Mira al suelo y nota –o nota el periodista– que prefiere hacer la pausa para hacerse entender mejor. "¿Cómo lo puedo decir?", se pregunta a sí mismo, como si se enfrentara al brete de ubicar bien una cámara. Leer nota
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